Con la llegada del buen tiempo comienzan a surgir las oportunidades de exposición al sol, paseos, terrazas, jardines y los más privilegiados escapadas a la playa. Sin embargo, nuestra piel ha estado tapada durante tantos meses, y más de después de esta etapa de confinamiento, que ahora la exposición debe ser progresiva para evitar sufrir quemaduras. Hoy te contamos cómo preparar tu piel para el sol.
Exfoliar la piel: cara y cuerpo
Un tratamiento exfoliante, ya sea hecho en casa o en un centro de belleza, ayuda a eliminar las pieles muertas y a limpiar impurezas. Lo mejor es utilizar un exfoliante corporal y un exfoliante facial, para dejar la piel lo más saneada posible. Gracias a la exfoliación, conseguimos acelerar el proceso natural de renovación de la piel, eliminando impurezas y las células muertas que se han ido acumulando en la epidermis, la capa más superficial.
Hidratación Factores externos como cambios drásticos de temperatura, el viento y el sol y entre otros hacen que el agua se evapore rápidamente de la piel, y provocan que se acelere el proceso de envejecimiento a la vez que aumenta significativamente el riesgo de presentar problemas en el cutis como manchas o imperfecciones. Por ello debemos prestar especial atención tanto la hidratación interna como la externa. Es necesario aportar mayor hidratación corporal e hidratación facial así como beber abundantes líquidos.
Protección solar
Una vez tengamos la piel limpia, hidratada y nutrida (aunque estos cuidados hay que mantenerlos también durante el verano), hay aplicar a diario protección solar. Los rayos UVE son el mayor enemigo de nuestra salud cutánea. Son el principal causante del cáncer de piel, pero también provocan problemas menores como la aparición de manchas o el envejecimiento precoz. Además, hay que tener en cuenta que esta protección no debe llevarse a cabo únicamente cuando vayamos a someternos a una exposición directa, sino que debería ser rutinario aplicar crema solar en el rostro y todas las zonas que queden al descubierto.
Alimentación: alimentos ricos en vitamina D
Como ya os comentamos en un post, la vitamina D se sintetiza a través de la exposición moderada al sol pero también hay muchos alimentos que la contienen de manera natural:
• Pescados azules: caballa, sardina, atún, salmón
• Hígado
• Queso
• Setas
• Algas
• Levadura
• Yema de huevo
Además, hay otros productos que pueden estar enriquecidos con vitamina D
• Leche fortificada
• Margarina
• Cereales fortificados
• Bebidas vegetales