Últimamente están muy de moda las vitaminas faciales y los tratamientos con ellas y otros componentes en los centros de belleza, pero ¿sabes qué son? ¿sabes sus beneficios? ¿sabes cómo se aplican? Te lo contamos.
Las personas que buscan tratamientos faciales con vitaminas quieren mayor luminosidad en la cara, una piel más joven, más tersa, eliminar las arrugas y acabar con la flacidez…
Este tratamiento, al igual que las cremas, son más eficaces para prevenir que para curar, pues los resultados serán más efectivos.
Las vitaminas son unos nutrientes esenciales que el cuerpo no es capaz de sintetizar. Son moléculas necesarias y precursoras de ciertas coenzimas. La manera de obtener las vitaminas es mediante ingesta oral o a nivel transdérmico; pero nunca se sintetizaran de forma natural por nuestro organismo.
Siempre que aplicamos unas vitaminas faciales estamos aplicando un combinado de vitaminas específico para cada tipo de piel.
Habitualmente se suelen combinar las vitaminas con otros productos en la misma sesión. Se suele utilizar un combinado de varias vitaminas junto con aminoácidos y ácido hialurónico de bajo peso molecular, e incluso con plasma rico en plaquetas del propio paciente.
Las vitaminas son un tratamiento de medicina estética muy innovador y versátil, pues con ello podemos trabajar casi todo tipo de pieles independientemente de la edad, pero hay que ser conscientes de lo que realmente nos pueden aportar.
El tratamiento facial con vitaminas es un tratamiento de medicina estética cuyos resultados se verán a nivel de la dermis de donde se aplique. Es decir, es un tratamiento destinado a mejorar la calidad, la textura y la apariencia de nuestra piel, y por ello, vamos a notar una atenuación sustancial de las arrugas estáticas (causadas por el envejecimiento natural de la piel), pero no en exceso de las dinámicas (aquellas provocadas por el movimiento muscular).
Cada tipo de piel necesitará un número de sesiones: las más jóvenes menos y las más mayores más. Pero, en concreto, se recomiendan 3-4 sesiones durante el primer mes y luego cada 3-4 meses, así nutriremos la piel desde dentro para notar sus mejoras externas.
Cada tratamiento debe ser personalizado e individual, puesto que cada piel necesitará más o menos de cada tipo de vitamina, por lo que un profesional deberá aconsejarte si quieres conseguir resultados.